sábado, 17 de noviembre de 2012

TIEMPO LIBRE, EDUCACIÓN Y ASOMBRO



Por  Roque Iturralde


Asombro; lo más elevado a que puede llegar el hombre.
                                                                                          Johann Wolfgang Goethe
                  

En su cuarta acepción, el DRAE registra la palabra OCIO como “Obras de ingenio que alguien forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones”.
En el tráfago de una sociedad que se construye en torno al trabajo, la productividad y el consumo, la utilización del tiempo libre plantea, sin duda, una de las cuestiones importantes de la época y esto debido a varias razones, entre las que mencionaré dos:
                                                                                                                                                                                                                                           
a)   La relación tiempo libre-educación
La educación ha sido concebida y posicionada como una actividad formal, que separa al ser humano de su entorno cotidiano por un tiempo, para entrenarle en la adquisición de conocimientos y destrezas que le preparan, fundamentalmente, para asumir su rol en el mundo de lo laboral, de manera competitiva.
Desde esta perspectiva, nada es tan distante del ocio (en tanto uso del tiempo libre), como los son la educación y el trabajo.
No obstante, la atmósfera relajada y distendida que se genera en torno al tiempo libre, puede ofrecer una excelente oportunidad para la integración de conocimientos, entendimiento del entorno, generación de ideas y conceptos, estimulación de la creatividad, desarrollo de destrezas, sin la presión de la formalidad a la cual, por naturaleza, tendemos a presentar resistencias.

Así, un chico que tiene la oportunidad de experimentar la emoción instantánea de girar a toda velocidad sobre una plataforma mecánica mientras se sostiene de su eje central, descubre, comprende e integra de modo natural los conceptos de fuerza centrífuga, centrípeta y su relación con la velocidad, asuntos que de otro modo le llevarán varias tortuosas jornadas de clases de física, que en la mayoría de los casos, no comprenderá para qué le dan.
Cuando una niña es capaz de ver, literalmente ver cómo un rayo de luz blanca, al atravesar por un prisma, se convierte en varios rayos de luz de distintos colores que se proyectan como un arco iris, comprende, integra, entiende, el concepto de la refracción de la luz en un instante.
Si mediante un sistema sencillo de maquetas con material esponjoso, las familias urbanas pudieran simular el efecto de la superficie de los páramos como retenedores y distribuidores de agua y su importancia sobre la vida de la gente, probablemente veríamos menos incendios forestales en verano.
El valor de la educación no formal, en gran parte se basa en que el sujeto no se siente expuesto a un proceso de transferencia vertical de conocimientos, sino que los integra de modo natural, a través de la experiencia.
  
b)   La relación tiempo libre-consumo
  
En la medida en que la sociedad, debido al enfoque de sus autoridades representativas, o a las limitaciones de sus economías, no han logrado desarrollar alternativas de utilización del tiempo libre para la consolidación del proceso educativo, la utilización de los espacios de ocio ha sido progresivamente tomada por la dinámica oferta del consumo.
Según investigaciones recientes, una de las principales actividades recreativas de nuestra población, es visitar los centros comerciales con la finalidad de “matar el tiempo” en la actividad del “vitrineo” frecuente.
Esto, que visto rápidamente, parecería ser uno de los ganchos de los centros comerciales, solo lo es parcialmente; puesto que si bien el “vitrineo” provoca compra de impulso en cierta medida, también es cierto que se convierte en una carga que con frecuencia usa más servicios que lo que consume, convirtiéndose de ese modo en un factor que amenaza la rentabilidad y la eficiencia del negocio.
Por otra parte, el “vitrineo” en las grandes superficies genera hábitos en un público sin otras ofertas más atractivas, no genera en cambio fidelidad para con el lugar; si bien el hábito puede derivar en el consumo, solo la fidelidad del cliente logra construir sostenibilidad para el negocio. 
Resulta clave tener en consideración el hecho de que es parte de la misión de las empresas responsables, conducir a sus clientes hacia un consumo responsable, que mejore progresivamente la calidad de vida del cliente, de su entorno y de su ambiente, como una forma de hacer además sostenible el conjunto de factores en los que se inserta el negocio.

Cuestión:
¿Es posible tender un puente que ponga en relación el uso del tiempo libre, el consumo y la necesaria educación de la sociedad? 

En la medida en que los empresarios encuentran en el entretenimiento una fuente interesante de mercados, mientras a su vez la educación se comprende cada vez más como un proceso continuo que supera la formalidad de la escuela y, finalmente, algunos empresarios integran un entendimiento de su responsabilidad frente a la sociedad, se vuelve posible una combinación poderosa y rentable: ofrecer, para el tiempo libre, alternativas de consumo de productos culturales que eduquen desde una visión alternativa.
En esta posibilidad, radica una interesante oportunidad de llegar con contenidos de educación ciudadana, valores, desarrollo del pensamiento creativo, formación de destrezas, a un público que busca opciones de entretenimiento en el tiempo libre.