A vuelo de pájaro
Por Roque Iturralde
De modo más rápido o más lento; con un mayor o menor grado de entendimiento; a veces impulsado desde la alta gerencia, otras veces como una inquietud de los mandos técnicos, el mundo de la empresa se dirige inequívocamente hacia la incorporación de la Responsabilidad Social como un eje estratégico de su gestión.
En principio, identificamos dos enfoques para respondernos a esta pregunta; el de la comunicación responsable, por un lado; y el de la comunicación de la responsabilidad social por otro. Entendidos el primero como el conjunto de prácticas que hacen que las acciones de comunicación de la empresa, puedan ser consideradas socialmente responsables, y el segundo como el conjunto de acciones, piezas y demás recursos de comunicación, puestos al servicio de la difusión y promoción de los programas, prácticas y actividades de responsabilidad social emprendidos por la empresa.
¿Qué deberíamos entender por comunicación responsable? ¿Cuándo las actividades de comunicación corporativa pueden considerarse responsables y cuándo no?
- La comunicación es verdadera y evita intencionalmente ser engañosa o causar confusión.
- La comunicación es respetuosa de los aspectos culturales de la comunidad en que se inserta y favorece la consolidación de su identidad.
- La comunicación es estrictamente respetuosa de los derechos individuales y colectivos de la sociedad a la que se dirige.
- La comunicación añade valores a la comunidad y las personas, y favorece su mejoramiento.
- La comunicación es respetuosa con el lenguaje, fortalece el buen uso de la lengua y aporta conocimientos a la comunidad.
- La comunicación evita el uso ofensivo de la imagen, respeta los horarios y restricciones según las edades y condiciones de los públicos.
- La comunicación aporta a la consolidación de valores y evita e incluso combate la incorporación de prácticas reñidas con la ley o con las buenas costumbres, las prácticas discriminatorias o la promoción de la violencia en cualquier forma.
- La comunicación es ambientalmente amigable y promueve buenas prácticas ambientales en la población.
Por otra parte ¿qué caracteriza la adecuada comunicación de las prácticas de responsabilidad social empresarial?
Si partimos de que la RSE asumida como un eje estratégico de la empresa debe reportar resultados en la competitividad corporativa, es decir debe dejar réditos económicos para la organización, es lógico y lícito que muchas compañías busquen difundir sus prácticas como empresas socialmente responsables, encontrando en ello una retribución en imagen corporativa como parte del retorno esperado de sus inversiones en programas de responsabilidad social.
Para esto, cabe tener en cuenta algunas sutilezas que, dejadas de lado, pueden confundir el origen y, por tanto, el destino de estos esfuerzos comunicacionales.
Luego, es importante entender otra sutileza: la diferencia entre imagen de marca y reputación corporativa. Las prácticas publicitarias y de mercadeo exitosas, construyen gran imagen para las marcas. Las prácticas de responsabilidad social exitosas y difundidas, contribuyen a lograr una gran reputación de la empresa. No es lo mismo; se apoyan una a otra, se construyen entre sí, pero son dos cosas distintas.
Mucha tela hay por cortar sobre estos temas. Resulta imperioso que las organizaciones que han incorporado ya la RSE como un eje estratégico, busquen la forma de incorporar también prácticas de comunicación socialmente responsable y de comunicar sus acciones de manera creativa, efectiva y suficientemente rica como para convertirse en ejemplo a seguir. Es importante que estas organizaciones faciliten, promuevan y, por último, exijan a sus proveedores de servicios de comunicación, que sus técnicos se preparen en este enfoque, comprendan las sutilezas de este ámbito de la comunicación corporativa y estén en capacidad de recomendar estrategias y actividades con un ajuste preciso a esta nueva, pero indetenible corriente de la Responsabilidad Social.